El poder del «yo también»
Creo con firmeza que existe un gran poder detrás de un «yo también»
Por Pam Trujillo
Hace tiempo, una amiga, un poco avergonzada, se acercó a mí para contarme que estaba batallando con un problema de pornografía. A simple vista podía observar que su lenguaje corporal era de una persona llena de culpa, vergüenza y temor.
La toqué en el hombro y le dije: —No te preocupes, yo también batallé con esa situación.
Su cara y su postura cambiaron en ese mismo instante. Me sorprendió cómo esas palabras pueden transformar por completo la perspectiva de alguien.
Este episodio me hizo recordar una frase de C.S. Lewis: «Una amistad nace justo en el momento cuando alguien le dice a otro: “¿Qué? ¿A ti también? Pensaba que solo me pasaba a mí”».
Creo con firmeza que existe un gran poder detrás de un «yo también». Se requiere valor para ser vulnerable y contar nuestra historia. Hacerlo nos ayuda a ser empáticos con otras personas que como nosotros, pasan por circunstancias desfavorables y que muchas veces se sienten solas o creen que son las únicas.
Me encanta lo que dice 1 Pedro 5:9: «Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que su familia de creyentes en todo el mundo también está pasando por el mismo sufrimiento».
Este versículo me da esperanza. Sé que no soy la única que enfrenta problemas y que hay muchas mujeres a mi alrededor viviendo lo mismo que yo. Al contar mis experiencias, ellas se pueden identificar y eso les dará esperanza para salir de sus circunstancias.
Después de ese día que platiqué con mi amiga, decidí ser vulnerable con mis luchas, victorias o fracasos, ya que al igual que ella, hay más chicas necesitando un «yo también».
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