Dios en los sonidos
¿A través de qué sonidos percibes a Dios?
Por Martha Guido
¿Te ha pasado que hay días en que no escuchas el exterior y otros días te sabes de memoria sus sonidos?
No sé si es la locura del encierro, pero los primeros días me encontré atenta a los sonidos de la calle y en este análisis logré entender mensajes específicos de Dios.
· Bocina de payaso
Tres veces al día se escucha una bocina seguida de un pregón: “el paaaan”. Este fue el primer sonido que me hizo pensar en Dios.
Mateo 4:4 dice: “No solo de pan vivirá el hombre”. Cada vez que escucho la bocina me pregunto: ¿Qué pasaje de la Biblia leí esta mañana? Procuro hacerlo antes de que pase el pan y si no lo he hecho, es un buen recordatorio.
La bocina ahora es mi Josué 1:8a “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él”.
· Campana
Como a la segunda semana de la cuarentena el camión de basura empezó a pasar a las 6 de la mañana. ¿Por qué tan temprano?
Una de esas veces que me despertó la campana e iba a quejarme, pensé en lo obvio que es deshacerte de la basura temprano. Poner eso que te estorba en manos de las personas que saben qué hacer.
Claro, desde muy temprano debo poner en manos de Dios todo eso con lo que yo no puedo lidiar e impide que tenga un buen día.
Esa campana es un recordatorio de dos versículos: “Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta” (Salmo 5:3) y “Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo” (Salmo 55:22).
· Caballos
En donde vivo muchos transportan material de construcción a caballo y a pesar de que por el momento las obras están suspendidas, de pronto los escucho pasar.
Hace unos días escuché al dueño de uno explicar: “tengo que seguirlo trayendo para que sienta que trabaja, si no se acostumbra a no hacer nada”.
¡No puede ser! Me identifiqué con el caballo y con el dueño.
Ahora que no nos podemos congregar es fácil dejar de trabajar e incluso sentir que está bien no colaborar con nuestra iglesia.
Por otro lado, sirvo con los jóvenes de mi congregación y me he dado cuenta de lo importante que es tener contacto y actividades con ellos para que no se acostumbren a no hacer nada y que sigan creciendo en el Señor.
El caballo y su dueño son un fuerte eco de este mandato: “No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas” (Hebreos 6:12).
· Mi familia
Esto es lo más hermoso que escucho cada día: mi esposo bromeando y riendo, mi hija mayor bailando y viendo tiktoks, mi hija menor contándome sobre su día y sus caricaturas como si yo no me enterara de nada. Todo esto me recuerda lo amada que soy por Dios. Como dice Juan 1:16: “De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia”.
Estos son algunos sonidos que Dios ha usado en este tiempo para recordarme lo que es más importante: meditar en su palabra, desechar lo que me estorba, trabajar por Él, animar a otros a hacerlo y ante todo, reconocer cada día que soy muy bendecida.
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