El hogar feliz

El hogar feliz.png

Es difícil imaginar cómo sería la vida si no tuviéramos hogares

Por Elisabeth F. de Isáis (1925-2012)

Una vez el predicador F. W. Robertson expresó: “El hogar es el único lugar en todo el mundo donde los corazones están seguros. Es el lugar de confianza absoluta, en donde nos quitamos la máscara de frialdad que el mundo nos obliga a usar en defensa propia y donde nos comunicamos sin reservas desde lo profundo de nuestros corazones llenos y confiados”. 

El Señor Jesucristo dedicó la mayoría de su vida a su hogar en Nazaret y durante su breve ministerio, vez tras vez se refugió en el hogar de amigos. El evangelio incluye muchos conceptos del hogar: “Padre nuestro”, “Si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”, “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”, “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”, estos son solo unos ejemplos.

Jesucristo usó muchas parábolas en sus enseñanzas, casi todas basadas en el hogar, la familia y las experiencias ordinarias de la vida. Por ejemplo el hijo pródigo, la mujer que extravió la moneda, las diez vírgenes y la oveja perdida, entre otras.

Es difícil imaginar cómo sería la vida si no tuviéramos hogares. Son una provisión maravillosa para encontrar amor, comprensión, seguridad, cuidado y amistad. El hogar ideal es un hogar feliz. ¿Cómo lo describe el libro de Proverbios? Desde luego tendremos que descubrir algunos aspectos negativos de los hogares infelices, para llegar al ideal.

Para empezar pensemos por un momento en el aspecto material o económico. ¿Es necesario tener mucho dinero para conseguir un hogar feliz? Dice Proverbios capítulo 15, versículos 16 y 17: “Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación. Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que el buey engordado donde hay odio”. Un pensamiento similar se expresa en el capítulo 17, versículo 1: “Mejor es un bocado seco , y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones”.

La idea parece expresar que el dinero no garantiza un hogar feliz. Inclusive la experiencia demuestra que puede haber más contentamiento en un hogar pobre, que en uno rico, porque el dinero no es la base de la felicidad. 

Para lograr un hogar feliz, debe haber temor de Jehová; en otras palabras, un ambiente en donde Dios es obedecido y Cristo es la cabeza de todos. Debe haber también amor expresado en acciones y actitudes, no solo en palabras (aunque también hacen falta las palabras amorosas). Además el ambiente debe ser pacífico, no lleno de contiendas y discusiones.

Esas características de espiritualidad, amor y paz, en gran medida dependen de la mujer. Se debe tener cuidado, porque en Proverbios también menciona a mujeres que arruinan todo. Que ninguno de los textos siguientes se aplique a nuestra vida:

“Dolor es para su padre el hijo necio; y gotera continua las contiendas de la mujer” (Proverbios capítulo 19, versículo 13). “Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa” (Proverbios capítulo 21, versículo 9 y Proverbios capítulo 25, versículo 24). “Mejor es morar en tierra desierta, que con la mujer rencillosa e iracunda” (Proverbios capítulo 21, versículo 19). “Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha” (Proverbios capítulo 27, versículos 15 y 16).

Si la mujer es contenciosa, rencillosa o iracunda, no tendrá un hogar feliz. Nos toca, pues, analizar nuestra vida y ver si hacen falta algunos cambios para que nuestro hogar sea lo que decía el predicador Robertson: “El único lugar en todo el mundo donde los corazones están seguros”. 

Tomado de la revista Prisma Vol. 43 No. 6, nov-dic 2015.

Anterior
Anterior

¿Por qué perdonar?

Siguiente
Siguiente

Éxito o fracaso