El matrimonio funciona
¿Por qué te quieres casar?
Por Felipe Güereña A.
Es común escuchar, ya sea en broma o en serio, que el matrimonio es la única institución donde los que están fuera, quieren entrar y los que están dentro quieren salir.
¿Por qué te quieres casar? Es una pregunta común para aquellos que son solteros y anhelan encontrar a la persona perfecta para armar con ellos su plan de vida. Por lo general, la respuesta es: Para ser feliz. El matrimonio es una idea que proviene de Dios y por eso funciona.
La Biblia enseña que en el principio Dios hizo al hombre de la tierra y luego formó a la mujer de una costilla del varón. Desde entonces la mujer es parte propia y esencial del hombre. Adán y Eva recibieron la orden de fructificar, multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla. Desde el inicio, el diseño de Dios incluía una intimidad especial entre la pareja que se refleja en muchas áreas de la vida. El matrimonio es una idea que proviene de Dios mismo y por eso funciona.
La Biblia menciona que el que cuida a su mujer se cuida a sí mismo. Para lograr esto, el hombre tiene que hacer cosas que más adelante se convierten en parte de su rutina diaria. Por ejemplo, hacer ejercicio y comer bien es para el bien físico de uno mismo y esto repercute en nuestra pareja y en toda la familia.
El matrimonio funciona si se hace el esfuerzo que pide esta unión. Hay quienes dicen que los buenos matrimonios solo nacen en el cielo y así se excusan de que el suyo ande mal. Dios tiene el mismo plan para todos: que tengamos vida en abundancia. Solo tenemos que creer que sus caminos son mejores que los nuestros y hacer caso a sus consejos y mandamientos.
Ser tiernos y amables con la pareja no es normal para muchos. Quizá porque en los hogares en los que crecimos no vimos que se comportaran así y no sabemos hacerlo. Sin embargo, en el noviazgo sí hacemos el esfuerzo de decir las cosas con flores, dulces y poemas. Algunos hasta estamos dispuestos a hacer el ridículo con comportamientos y expresiones para ganarnos a la novia o al novio. Esta forma de comunicarnos debe seguir aún después de la boda. La Biblia contiene un libro entero donde Dios nos dice que la pareja ideal se trata con caricias de palabras y hechos.
Muchos estamos heridos y cuando nos casamos incorporamos a la nueva relación nuestra amargura, engaño y necedad. El creador del matrimonio sabe todo esto. Por eso nos dice que debemos perdonarnos unos a otros, tratar a nuestra pareja como quisiéramos que nos tratara.
El amor debe ser constante (de todos los días), paciente y muy positivo. Siempre me ha causado admiración el mandamiento de Dios para los esposos de que amen a sus esposas y no sean ásperos con ellas. Esto se logra, según la Biblia, al tratarlas, hablarles y servirlas con amabilidad.
Cristo nos puso el ejemplo. Así trataba a todos: niños, ladrones, prostitutas, mujeres, hombres, amigos y enemigos. Por eso todos se amontonaban para escucharlo. Pongamos en práctica estos consejos de la divina Palabra y experimentemos el cambio en nuestra vida. Todos los que nos rodean lo verán y se beneficiarán.
El matrimonio sí funciona si la relación camina con palabras dulces, caricias y hechos de amor. Cristo dijo: “ámense unos a los otros como yo los he amado”. El amor es un mandamiento de Dios que él mismo inicia hacia nosotros. Tanto nos amó Cristo que murió en la cruz para salvarnos del pecado y del infierno y ofrecernos vida eterna.
Con un amor así de grande, que da todo, aun la vida, Dios manda que amemos a nuestras esposas. “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios capítulo 5, versículo 25).
Tomado de la revista Prisma Vol. 43 No. 5, sep-oct 2015.