El mar y mi relación con Dios

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De la misma manera en que se puede disfrutar el mar en distintos niveles, también existen distintos niveles en una relación con Dios

Por Arnold Enns 

Siempre me ha gustado sentarme en una banca frente al mar y mirar el sol reflejarse sobre el agua. También es un deleite pasearse por la playa y mojarse los pies. No hay nada como nadar en el mar en un día soleado. Pero un día me atreví a bucear y esto cambió por completo mi perspectiva.

De la misma manera en que se puede disfrutar el mar de distintas formas, también existen por lo menos cuatro niveles en una relación con Dios. 

Nivel de hijo/a: Este es el primer nivel garantizado para todos los que reciben a Jesús y creen en su nombre.  Son hechos hijos de Dios (Juan 1.12). Este hecho nos provee lo necesario para poder aprender del Padre y llegar a ser como Él.

Nivel de siervo/a: Si queremos experimentar la poderosa mano de Dios en nuestras vidas y el misterio del propósito para el cual fuimos creados, entonces tenemos que asumir nuestra posición de siervos de Dios. Esto se llama tener misión y Jesucristo dijo que su misión era servir y no ser servido (Mateo 20:28). 

Nivel de Amigo/a: El siervo tiene una misión que cumplir, pero no pasa de ser un siervo inútil pues hizo lo que debía de hacer (Lucas 17:10). Por ello Jesús nos invita a otro nivel: el de amistad. Para que todas las cosas que Él oiga del Padre, nos las dé a conocer a nosotros (Juan 15:14-16) y nuestro gozo sea completo.

Nivel de Esposo/a: No existe en la Biblia un nivel más alto de unidad e intimidad que el matrimonio. El esposo/a tiene derecho a su alcoba porque está casado/a con Dios y llega a ser el amado/a (Cantares 2:16). 

Cuando somos hijos de Dios formamos parte de su familia. Esto conlleva tener responsabilidades como siervos de Dios. Pero el amigo accede a privilegios mayores que un siervo. Por tanto, nuestro nivel de relación tiene que aumentar también.

Pero nada se compara con bucear dentro de la plenitud de Dios para explorar su inagotable amor. Es allí donde el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo nos puede dar sabiduría espiritual y revelación, para que crezcamos en el conocimiento de Dios (Efesios 1:17).

La revelación de Dios solo sucede cuando hay mas intimidad con Él. Es ahí donde podemos conocer su corazón y experimentar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13).

¿Estamos viendo el mar de lejos o buceando en las profundidades del amor de Dios?  La decisión es nuestra.

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