El misterio de la nochebuena
Regocijémonos en esta temporada al disfrutar de las nochebuenas alrededor. ¡Regocijémonos!
Por Keila Ochoa Harris
Una de mis flores favoritas es la nochebuena. Existen más de cien variedades de nochebuenas hoy día, y vienen en colores como rojo, blanco, rosado y morado. Sin embargo, ¿sabías que lo que consideramos la flor es en realidad una hoja?
Cuando miramos el capullo de una flor, notamos hojas verdes que la protegen. Estas hojas son llamadas brácteas. Las plantas, para subsistir, necesitan ser polinizadas. En otras palabras, atraen insectos que trasladan el polen de una a otra flor. Para atraer a estos insectos, las brácteas de la nochebuena se tornan rojizas. De ese modo, los insectos llegan a las pequeñas flores en el centro, sí, esas minúsculas flores amarillas que por lo general pasan desapercibidas.
Hoy día relacionamos la nochebuena con la Navidad. ¿Y no son parecidas? Las brácteas rojas de las decoraciones, las tradiciones y la actividad no son la flor en sí misma de la temporada. La parte reproductora, la pequeña flor en medio, es un diminuto bebé recién nacido.
En medio de esta maravillosa temporada, disfrutemos de la belleza de las brillantes brácteas, pero no olvidemos que la Navidad trata del hijo de María y José quien, de acuerdo a los Evangelios, vino a «salvar a su pueblo de sus pecados».
Sin la pequeña flor en el centro, una nochebuena no podría sobrevivir. La vida nueva también viene en Navidad, no a través de las brácteas rojas de «cosas qué hacer o celebrar», sino a través de un bebé llamado Jesús, y a través de la pequeña semilla de fe que puede ser plantada en nuestros corazones si decidimos creer en Él.
Regocijémonos en esta temporada al disfrutar de las nochebuenas alrededor. ¡Regocijémonos!