Horas de calidad en el hogar

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Familias sólidas producen sociedades fuertes, que a la vez resultan en países poderosos. Pero todo esto representa tiempo de calidad

Por Marcelo Martínez Ruano

En cada olimpiada hay sorpresas. Recordamos aquella en la que Nadia Comanechi obtuvo por vez primera calificaciones de 10, sorprendiendo al mundo con esta hazaña. Otra fue la que dio al mundo el nadador Mark Spitz, quien acaparó las medallas de oro en su disciplina.

Así, en las olimpiadas de 1988 el mundo fue sorprendido nuevamente, pero ahora por otra razón: la olimpiada de las drogas. Algunas preguntas en este caso serían: ¿Cuál es el sentido que toma el deseo de triunfar en tal caso? ¿Cómo distinguir entre cosas buenas que parecen malas, y cosas malas que parecen buenas? ¿Qué información recibe nuestra familia con todo esto?

En el deporte se requieren años de entrenamiento y de disciplina para obtener la “medalla del triunfo”. También hemos escuchado que familias sólidas producen sociedades fuertes, que a la vez resultan en países poderosos. Pero todo esto representa tiempo de calidad y si nos interesa fortalecer nuestros hogares es importante dedicarles horas realmente apreciables. Para esto, sugiero nueve importantes puntos de vista:

1) Escoger un día para la familia.

Escuché el ejemplo de un hombre que subió de prisa a un taxi y gritó:

—¡Vámonos rápido! —Entonces el chofer empezó a circular por varias calles velozmente.

Luego el pasajero reflexionando le preguntó: —Pero, ¿a dónde me lleva?

El conductor le respondió: —No lo sé. Usted solo me dijo que nos fuéramos rápido.

Debemos ser personas con un destino conocido; por eso, apartar un día a la semana para organizar el tiempo familiar por metas y objetivos es importante, algo que todos los miembros en conjunto deben realizar. Así, los intereses de cada uno tendrán un fin de beneficios particulares y generales.

En ese día pueden participar todos en actividades recreativas, culturales y sociales también.

2) Establecer un plan de actividades.

En la mayoría de los casos, los hijos no saben a ciencia cierta a qué se dedican sus padres. Tampoco entienden por qué estudian, y si esta tarea será para toda la vida o solamente por un tiempo determinado. Por estas causas debe quedar bien claro para ellos el porqué y el para qué de lo que hacen, y cuánto tiempo dedicarán para realizar su carrera.

3) Alimentar a su familia físicamente y también espiritualmente.

Ocasionalmente encuentro que papá o mamá aseguran que le dan a sus hijos todo lo que necesitan, pero tal procedimiento puede ser peligroso, porque de pronto podrán darse cuenta que premian la mala conducta de los hijos.

Por esto, estudiar la Biblia es el valioso alimento con que se logra un equilibrio entre la administración material y espiritual en todo el hogar. Nos exhorta Pablo, en su primera carta a Timoteo: “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.

4) Enseñar a los hijos el valor de su tiempo de trabajo.

Para enfocar en forma realista los estudios de los hijos, podemos darles algún ejemplo como este: La persona que no estudia ni se cultiva, trabajará todo el día para ganar un poco. Si estudia en forma regular, trabajará más de medio día para obtener un  salario. Claro, si es un excelente estudiante, y busca cultivarse con esmero, entonces le rendirá más su trabajo en cuanto a satisfactores de todo tipo y servirá a su patria, además de ampliar las posibilidades para servir a nuestro Señor.

Que no se lamenten nuestros hijos diciendo: —Si hubiera estudiado. . . No aproveché cuando podía.

Recordemos que somos responsables ante Dios por el destino de los hijos durante el tiempo que están bajo nuestra tutela.

5) Pagar lo que se debe y cobrar lo que nos deben.

¿Tenemos una lista de actividades para que cumplan nuestros hijos? ¿Les damos una retribución económica? Si no, ¿por qué no? No todas las actividades deben recibir una remuneración económica, pero algunas sí. Es una forma de enseñarles a trabajar. Se puede elaborar un calendario más o menos así:

Hacer una forma con diez renglones.

Ponerle el siguiente título: Cuadro de actividades para el mes de_______________.

Reservar un espacio para el nombre del hijo.

Dividir el cuadro en una área grande para anotar las actividades a realizar. Estas serán permanentes y pueden cambiarse según el área en que el hijo o los hijos tengan deficiencias de conducta.

En la parte restante rayar verticalmente 31 espacios que formarán una cuadrícula de calificación.

Enumerar del uno al treinta y uno; el número uno representa el primer día del mes. Y hay diez actividades a realizar con la misma cantidad de cuadros para calificar. Podría ser que cada cuadro vale 10 pesos, y si cumple con diez, ganará 100 pesos al día.

Que cada hijo se califique y el padre solo dará el visto bueno al dinero realmente ganado.

Recomiendo no regalar dinero a nuestros hijos, sino enseñarles a ganarlo. Si ellos cumplen dos actividades, tendrán únicamente 20 pesos o un estímulo equivalente. Si fueran cinco puntos, 50 pesos, etcétera. Pero tan importante es pedir obediencia, como cumplir las promesas.

6) Insistir en que llegar a tiempo es importante.

Dios nos demandará por lo que dejemos de hacer por nuestros hijos y no por lo que no hagamos por nuestras amistades.  

Así que en lo posible no hagamos citas con los amigos y mejor atendamos los compromisos con nuestros hijos. Procuremos llegar temprano para acompañarlos a dormir y atendámoslos cuando de mañana se despiertan para despedirnos al salir a trabajar.

Y si hemos elegido un día a la semana para un tiempo familiar, procuremos no fallarles bajo ninguna circunstancia.

La asistencia al templo como familia es otra área donde la puntualidad es muy importante.

7) No olvidar que todos necesitamos descanso.

Todas las personas tienen una capacidad diferente de rendimiento. Procuremos mantener un horario regular para que duerman los hijos cada noche; serán mejores estudiantes y mejores hijos.

8) Prepararse para cuando los hijos se van.

El anhelo de todos los padres de familia es que sus hijos formen un verdadero hogar, pero quienes evadieron la responsabilidad para dedicar tiempo a los hijos, diciendo: "Haz lo que quieras", dieron la peor instrucción que puede recibir cualquier persona.

Un padre de familia llegó a una edad en que por permitir a sus hijos hacer lo que quisieran, no pudo controlarlos. Esto produjo vidas de fracaso en cada uno de ellos.

Otro jefe de familia cometió el error de dar un tiempo sin calidad y con mala orientación a sus hijos. Como bebedor ocasional, tenía una cantina con todo tipo de licores para que sus hijos “aprendieran a tomar con la debida propiedad”.

Pero uno de ellos, cuando estuvo tomando solo, llegó hasta la embriaguez y subió al automóvil de su padre para dar un paseo. El accidente que esto ocasionó, enlutó a la familia, y el papá consternado se repetía continuamente: —Yo tuve la culpa.

9) Reconocer en palabra y práctica que sin Dios todo es en vano. Es imprescindible darle su lugar primordial en la familia.

Por más que uno se prepare y haga las cosas bien, la bendición de Dios es indispensable. No podemos vivir sin tomarlo en cuenta y reconocer su poder, amor y misericordia.

Dice la Biblia: "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican. Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia" (Salmo 127:1).

Emplear horas de calidad y en cantidad a nuestras familias, puede salvar su integración y unidad. No pongamos a nuestra familia en peligro por “no dedicarle tiempo”.

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