El suicidio y la Navidad

Qué puede ayudar a enfrentar el duelo de un suicidio

Cynthia Ramírez de Rodiles

Desgraciadamente en estas fechas de celebración donde la mayoría se reúne para festejar, intercambiar regalos y pasar tiempo con la familia, hay otros que están sufriendo mucho. Si nosotros estamos felices celebrando con nuestros seres queridos y sabemos de otros que están en situaciones totalmente opuestas con la enfermedad de algún ser querido, un duelo reciente, o en situación de pobreza o soledad, ¡es muy difícil saber qué decir o qué hacer al respecto!

Una de las tragedias más difíciles que en ocasiones nos toca enfrentar es el suicidio de algún amigo, ser querido, de alguien en nuestra comunidad o hasta de alguna figura pública. Es aún más complicado si la persona se identificaba como un seguidor de Jesús.

Es posible que al leer esto te identifiques con alguna pérdida cercana. Tal vez tú mismo lo has considerado o conoces algunos casos y no has sabido cómo procesarlo. Es algo sumamente complejo y no hay respuestas fáciles, aun para los que conocemos y seguimos a Jesús.

En mi caso, por desgracia tuve que enfrentar varias tragedias durante mis años universitarios. Recuerdo muchas preguntas, dudas, emociones y un duelo muy profundo que me costó trabajo compartir con los demás.

Mis amigos y yo lloramos juntos, estudiamos la Biblia, nos enojamos, nos deprimimos, buscamos distraernos e intentamos muchas cosas para tratar de evitar pensar en la realidad. Diez años después, todavía evoca en mí muchas reacciones y dudas que, estoy segura, Dios comprende.

Quisiera compartir algunas cosas que me han ayudado y que posiblemente pueden de ser ayuda a alguien más.

1. No asumas una postura de que nunca te va a pasar a ti o que solo le sucede a personas que están muy lejos de Dios. La depresión es una enfermedad mental que afecta tu mente y cuerpo y te hace pensar, considerar y hacer cosas que jamás creerías posibles. No subestimes el terreno que la depresión puede ganar en tu mente y cuerpo.

Dios es grande y victorioso, aún sobre algo tan complejo como una depresión clínica severa. Pero no debes pensar que es fácil, que no va a afectar a cristianos o que con ir a la iglesia cada domingo fielmente va a desaparecer. Todos hemos luchado con malos pensamientos, baja autoestima y a veces hasta con situaciones que parecen imposibles de sobrellevar. Nadie es inmune y todos necesitamos la gracia y el amor de Dios de la misma manera.

2. No trates de dar respuestas. Esta es una de las situaciones en las que es mejor decir: “Lo siento”, en vez de tratar de explicar el por qué, decir cosas para rellenar el silencio o tratar de dar esperanza con comentarios de los que no estamos seguros.

Evita expresar: “Todo va a estar bien” “Dios tiene un propósito” “Seguro que Dios tendrá misericordia de su alma” “Debió haberse acercado a Jesús”. La verdad es que solo Dios conoce el corazón de una persona y aunque nos gustaría dar una respuesta (positiva o negativa según nuestra opinión) jamás vamos a saber la intención de la persona ni su postura delante de Dios en los últimos momentos. Dios sabe y en estas situaciones, más que nunca, no nos corresponde jugar a ser Dios.

3. Recuerda que Jesús se sienta contigo y llora. Es algo que duele hasta lo más profundo y puedes llegar a Él con tus dudas y emociones, esperando que te conforte porque Él sabe lo qué sientes. Cuando no sepas qué decir o estés tan confundido que ni puedes escuchar sus palabras de aliento, simplemente llora con Él. Pasa tiempo con Él. Comparte tus sentimientos con Él. Confía en Él, aunque no entiendas. Busca su abrazo, no sus respuestas. Llegará el tiempo en el que de nuevo “probarás que Dios es bueno”, pero si no es de inmediato, búscalo de todas maneras. Dale tiempo y tómate tu tiempo, no es para menos.

4. Ten gracia para con los seres queridos de la persona, contigo mismo y con la situación en general. Abstente de comentarios o pensamientos que les traigan más culpa o vergüenza. Busca ser una persona segura para los que están en duelo. Es algo sumamente difícil para todos los involucrados.

No pases tiempo pensando: “Si hubiera…”. No busques ser un doctor con comentarios como: “¿Cómo no lo viste venir?” o verbalizando todas las maneras en las que se pudo haber evitado. Simplemente sé “un amigo en tiempo de angustia”. Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti, especialmente en estos momentos.

5. Busca ayuda. Platícalo con tus amigos cercanos. Rodéate de personas que aman a Jesús y que te aman a ti. Pasa tiempo con ellos y no pases mucho tiempo a solas. Considera ir a consejería o con un psicólogo cristiano. Si estás viviendo una pérdida, si te encuentras entreteniendo de vez en cuando pensamientos de muerte, o si hay alguien cercano a ti que lo está sufriendo, no pienses que eres fuerte y que vas a estar bien.

Toma decisiones que te ayuden a triunfar sobre esto con la ayuda de Dios. Haz ejercicio, come bien. Busca un nuevo hobby, escoge actividades que te den vida, sal de tu casa, etc. ¡No dejes que te derribe! Poco a poco y con decisiones intencionales Dios te puede ayudar a que ya no vivas en esa oscuridad.

Si esta es tu situación, lo siento mucho. Soy testigo de que estas situaciones nos marcan y siempre serán parte de nuestra historia, pero llega el día en que con la ayuda de Dios, ya no nos controlan.

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