La vejez puede ser maravillosa
La vejez no es sinónimo de enfermedad
Por Joanna de Casell
Parece que la gente moderna haría cualquier cosa o gastaría cualquier cantidad de dinero, por un producto que prometa mantenerla joven. La promoción de píldoras, inyecciones o pociones para preservar la juventud, resulta un negocio muy lucrativo, aunque desgraciadamente la mayor parte del dinero se gasta en vano.
Durante siglos, el hombre ha tenido curiosidad acerca de la vejez. Leyendas antiguas cuentan de la búsqueda de algún alimento especial, alguna hierba o medicamento que alargara la vida. Ponce de León buscó la fuente de la juventud.
A fines de la década de los 1870, Juan Kellogg estudió la vejez y decidió que todas las enfermedades se originan en el estómago y en los intestinos. En su clínica en Battle Creek, Michigan, insistía en que todos los pacientes tomaran grano integral con cada alimento. A lo mejor no alargó la vida de nadie, pero su hermano desarrolló la idea de preparar el grano tostado como un producto para el desayuno, y de allí nacieron los cereales fríos.
Apenas el siglo pasado, la comunidad científica ha empezado a investigar seriamente el proceso de envejecimiento, pero los conocimientos son todavía muy limitados. Sabemos que el proceso empieza casi en el momento de la concepción. Llegamos a la madurez aproximadamente a los 25 años, y desde entonces el proceso de envejecimiento le gana al proceso de crecimiento.
Pero, ¿cuál es la causa del envejecimiento? ¿Por qué ocurre? ¿Tiene que ocurrir? Todavía no hay respuesta a estas preguntas.
Hay decenas de teorías en cuanto a la vejez, pero los científicos por lo general aceptan una de las siguientes ideas:
Operamos con un reloj biológico. Nuestras células, órganos y sistemas de vida tienen un tiempo pre-determinado de existencia y simplemente llegan al final de la cuerda.
Con el tiempo disminuye la calidad y/o la cantidad de las hormonas que envían los órganos. Estos productos químicos potentes están involucrados en forma vital con el funcionamiento de las células del cuerpo.
La disminución de las funciones inmunizantes del cuerpo permite que más y más fuerzas exteriores ataquen y destruyan las células.
Ciertas moléculas sencillas se juntan con el paso de los años y por lo tanto pierden su habilidad de actuar correctamente.
Cambios dentro de cada célula causan mutaciones en el ADN, la proteína de estructura complicada dentro de cada célula. Las nuevas células son formadas pero no exactamente iguales a las anteriores y por lo tanto no funciona correctamente.
Sea cual sea la causa, la vejez es un hecho. Los cambios pueden ser rápidos o lentos, pero son predecibles. Usualmente ocurren tan lentamente que apenas nos damos cuenta de ello: un día nos miramos en el espejo y. . . hay arrugas.
Los músculos, los huesos y los ligamentos sufren cambios estructurales. Hay pérdida de elasticidad y de tono muscular. Hay una reducción progresiva en el peso y volumen de las células individuales.
Cuando ocurren daños, hay menos capacidad para repararlos. Por todo el cuerpo hay una acumulación gradual de pérdida; grasas en las paredes de las arterias, minerales en las coyunturas y tejidos, etc.
Mentalmente suceden cosas también. No hay evidencia de que la inteligencia básica se reduzca, pero la rapidez del razonamiento declina. Una persona de 80 años de edad y una de 30, funcionan igualmente bien a menos que haya tiempo limitado, cuando la persona de 30 años generalmente obtendrá mejores resultados.
Con el avance de la edad, en ocasiones hay algo de pérdida de la memoria de hechos recientes y una reducción en la capacidad de ajustarse a los cambios que acompañan las tensiones.
Sabemos que no podemos evitar el paso de los años y entendemos también algunos de los cambios que han de ocurrir en todos nosotros. Pero los que creen que la vejez es sinónimo de enfermedad, están equivocados.
En el vecino país del norte solamente el veinte por ciento de las personas de más de sesenta y cinco de edad, tiene problemas serios de salud. Después de todo, la buena salud no es la ausencia de toda enfermedad, sino la habilidad de funcionar efectivamente. Unos cuantos achaques y dolores no son realmente signos de una salud problemática.
Hay que desmentir muchos mitos: que la vejez es un tiempo solitario, que uno ya no es útil, que la vida se vuelve aburrida, que uno tiende a vivir en el pasado sin anticipar el futuro.
Todo lo contrario. Un estudio hecho en 1975 en los EEUU, descubrió que solamente el doce por ciento de la gente de más de sesenta y cinco años de edad, cree que la soledad es problema. Un treinta por ciento tenía empleo fuera del hogar; otro treinta por ciento era responsable de mantener y atender un hogar con otra persona. El setenta y cinco por ciento decía que su vida actual era interesante como en cualquier otra época y el cincuenta por ciento tenía planes activos para el futuro.
Hay más cambios mayores durante este periodo de la vida que en cualquier otro. La monotonía y la rutina, no son comunes entre la gente de más de 65 años de edad.
Investigaciones hechas entre la gente grande, han concluido que la buena salud, tanto física como mental, depende básicamente del estilo de vida. En cuanto a esto, un estudio muy completo fue hecho hace poco en el hospital Johns Hopkins; durante tres años examinaron el estilo de vida de aproximadamente 600 hombres, y encontraron que una vida larga está claramente relacionada con lo que ellos llaman “La buena vida”.
El propósito del estudio era medir la relación entre fumar cigarros, tomar licor, hacer ejercicio y otros factores, a las incidencias de enfermedades del sistema respiratorio. Los resultados proporcionaron algunas sorpresas. Dos hechos sobresalientes: que el peligro más grande para la salud es el hábito de fumar, y que el beneficio más grande para garantizar larga vida, es la asistencia a la iglesia. Los hombres que asistían a la Iglesia una vez por semana, sufrían solo la mitad de las enfermedades que padecían los demás.
El valor de hacer ejercicio en forma regular, está bien comprobado. Además vale la pena casarse: un estudio reciente en la Unión Soviética concluye que las únicas personas que llegan a una edad avanzada, son las casadas.
Pero algo todavía más importante para lograr una vida larga, sana y productiva, tiene que ver con lo que comemos. Investigaciones hechas con animales, indican que no hay ninguna etapa en la vida cuando una nutrición mejorada no lleve a una salud mejor durante el resto de la existencia de la persona. De hecho, es uno de los dos factores más importantes. (El otro factor es la genética y no podemos hacer mucho en cuanto a ella).
Mucha gente hace poco caso de la buena alimentación mientras se siente más o menos bien y sus gustos y apetitos están satisfechos, pero el problema es que los alimentos no nutritivos, no causan daños inmediatamente y cuando nos damos cuenta del daño, ya es demasiado tarde.
Quizá lo peor para el cuerpo, es tomar una dieta rápida para bajar de peso. Muchas cosas suceden además de la pérdida de peso, o posiblemente el peor daño sea causado por el exceso de peso que precede a la dieta. Si uno pesa más de lo debido, quiere decir que más de nuestro cuerpo se torna en grasa, aunque no nos demos cuenta de ello.
Un hombre de veinticinco años de edad que pesa ochenta kilos tiene veinte kilos de gordura o grasa. Pero uno de cincuenta años de edad que pesa lo mismo, carga hasta treinta y dos kilos de grasa.
Sugiero que sigamos estas sencillas pautas:
Comer a horas regulares, las mismas cada día.
Evitar el azúcar refinada, la sal y los antojitos entre comidas.
Para las mujeres, incluir suplementos o alimentos ricos en hierro, por ejemplo carnes rojas, huevos y verduras.
Puesto que muchos adultos reciben poco calcio, incluir leche, queso y otros productos similares en la dieta dos veces al día (el cuerpo necesita calcio en forma continua). El ejercicio ayuda a la absorción y utilización del calcio, así que hay que salir diariamente para tomar el sol y el aire fresco.
Comer un mínimo de grasas, particularmente grasas de animales, y alimentos altos en colesterol.
Comer frutas frescas todos los días, ya que uno de los elementos nutritivos más frecuentemente descuidado, es la vitamina C.
Finalmente, no hay duda de que la mente, el cuerpo y el espíritu están relacionados. Las personas que reconocen, obedencen y adoran a Dios, que cuentan con una sana estimación propia, con la habilidad de adaptarse a los cambios y con un alto grado de recursos divinos y propios, viven más sanamente y más largo tiempo. Cuando estamos muy cansados, tensos, preocupados por una discusión fuerte o soportando alguna otra clase de dificultad severa, aumentan las posibilidades de caer en cama con alguna enfermedad.
Es tiempo de dejar de preocuparnos por el paso de los años. Aceptemos los cambios que ocurren. La vejez no es una enfermedad, es un tiempo importante en la vida. En lugar de resignarnos a la idea de hacernos viejos, hagamos planes para gozar esos años plenamente.