Brazos vacíos, ante la perdida de un bebé
Foto por Marian Ramsey
Aproximadamente entre el 15 y el 20% de los embarazos terminan en aborto espontáneo
Por Margarita Hord de Méndez
Es posible que solo empezabas a sospechar que estuvieras embarazada. O tal vez ya haya llegado el día emocionante en que comprobaste que sí lo estabas. Los sueños acerca de la vida de ese ser inundaron tu mente. Lo más seguro es que ya empezabas a anunciar a los demás tu gran noticia. Hacías planes con tu cónyuge para preparar su recámara y mucho más.
Pero un día llegaron algunas manchas de sangre, molestias y tal vez la orden de reposo absoluto. Al fin, a pesar de todo, te doblaste del dolor y perdiste a ese pequeñito. Tu cuerpo lo tomó como un parto, pues hubo contracciones y empezó la producción de leche.
¿Cómo puede ser? Una muerte sin funeral, sin la oportunidad de que tus familiares y tus amistades te rodearan o los acompañaran como pareja, y brindaran el amor y apoyo que se sienten en esas ocasiones cuando se pierde a alguien que ya respiraba.
El aborto espontáneo o involuntario, la pérdida de embarazo en las primeras 20 semanas de gestación, sufre de cierto tabú en nuestra cultura. Eso sí, habrá quienes te visiten y te abracen, pero a muchos les cuesta hacerlo. Hay temor. No saben qué decir si te llaman, si te visitan o si te ven en alguna parte. No hay la tradición de “dar un pésame” en estos casos, aunque realmente sufres por el vacío que crea esa pérdida de tantos sueños para el futuro.
Una vez que has perdido a un bebé, surgen mil temores. Te hacen estudios, pero no siempre determinan la razón por la que tu cuerpo rechazó a ese pequeño. Temes que pase lo mismo de nuevo. ¿Podrás alguna vez tener hijos? Si te embarazas, dudas en cuanto a si debes o no tener esperanza, y hasta cuándo tú y tu esposo sentirán que ya pueden compartir la noticia con los demás.
Seguramente tuviste que lidiar con personas que hacen comentarios con buenas intenciones pero que en realidad no ayudan. “Al fin eres joven y hay tiempo”, “Siquiera ya tienes otro hijo”, “Ahora hay otro angelito en el cielo”. Aunque lo último no es bíblico, es otra frase que se usa para que te conformes, pero difícilmente lo logra.
Aun los versículos bíblicos pueden parecer parches temporales cuando más bien necesitas que tus amigos pongan en práctica las palabras “Lloren con los que lloran”. Si es posible, tus seres queridos pueden recordarle a los demás que lo que más requieres es recibir abrazos, oídos comprensivos... y tiempo.
Tal vez porque no siempre se habla abiertamente del tema, puede causarte cierta sorpresa saber que este hecho no está fuera de lo común. Aproximadamente entre el 15 y el 20% de los embarazos terminan en aborto espontáneo. La posibilidad de que vuelva a ocurrir en una segunda ocasión es levemente mayor. A la vez, te puede alentar el hecho de que alrededor del 80% de las mujeres que han tenido una pérdida de este tipo pueden tener un embarazo exitoso la próxima vez.
Personalmente conozco a una pareja que sufrió más de un aborto involuntario. Con todo, Dios les permitió tener dos hijas y en el segundo parto les informaron que la madre tenía una “adherencia pélvico uterina”, lo cual significaba que supuestamente “no era posible” que se embarazara. ¡Pero el Dios de los imposibles había hecho el milagro!
A estas alturas, sin duda has visto a un especialista que te asesore en cómo cuidar tu salud para que te repongas y te prepares para un futuro embarazo.
Por lo demás, encuentra fortaleza en Dios y en las personas que Él te manda para consolarte. Cuando sea el momento, recuerda que después de recibir esa consolación, Dios te puede usar para consolar a otras como dice el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 4: “Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros.
Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros”. Solo tú que has pasado por lo mismo puedes comprenderlas a fondo.
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