Ejercicio en la juventud vs. en la edad de oro

Foto por Diana Gómez

No estás en competencia con nadie, ni siquiera con tu versión del pasado

Por Teresa Guerrero

Quizá de joven tu estilo de vida fue lo que se llama fitness. Hacías ejercicio y dieta de manera comprometida con tu salud. Pero con los años se te han sumado diversas complicaciones (quizás la fatiga crónica o alguna enfermedad) que te impiden lograr los objetivos que te propones. Así que, cuando te das cuenta, pasas de ser una persona muy activa, a alguien que ajusta tiempos y ritmos para programar algunos descansos. 

Si te sientes frustrada al no alcanzar una meta de ejercicio, debes aceptar que ha pasado el tiempo y no eres la misma joven de 20 años que podía correr, saltar y bailar al mismo tiempo. ¡Mejor da gracias a Dios por lo que sí haces y la salud que sí tienes! Muchas personas desearían estar como tú.

Algunos consejos:

  1. No estás en competencia con nadie, ni siquiera con tu versión del pasado. Acepta que hay personas con metas de condición física mucho más altas, por sus circunstancias o posibilidades. No te compares.

  2. Ajusta tus metas de manera realista y alcanzable a tus circunstancias. 

  3. Celebra tus pequeños logros. Aunque sean incipientes, son tuyos.

  4. Disfruta, ama y valora el proceso de ejercitarte. Si integras a tu rutina la mentalidad de estar conectada con Dios, la disciplina será mucho más ligera y placentera. 

  5. Cuando un día no logres tu objetivo, levántate al siguiente con la ilusión y el compromiso de volver a intentarlo. Agradece que Dios te da una nueva oportunidad.

Regular el peso y hacer ejercicio deben estar acordes con tu edad y tu condición. Existe un peso ideal, la cantidad de ejercicio y salud ideal, pero debes reconocer que, en este mundo, llegar a los ideales es verdaderamente difícil y no siempre está en tus manos lograrlo. Siéntete satisfecha contigo misma por la rutina realizada y tu manera saludable de comer. Pon todo lo que hagas en manos de Dios, tu Salvador. 

Dios quiere que cuides tu cuerpo y seas responsable al hacerlo ya que no solo le interesa tu espíritu. Pero ten cuidado, no hagas un ídolo de tu cuerpo y el fitness

No olvides que tu prioridad y meta final en la vida es glorificar a Dios. Si hay algo que merece todo tu esfuerzo y energía, y que debes insistir en lograr mientras vivas en este cuerpo físico, es conocerlo y amarlo, cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día de tu vida.


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